Desfiles procesionales

Finalizados los oficios litúrgicos de Jueves Santo con el traslado del Monumento a uno de los altares colaterales que custodia el poder Ejecutivo y Judicial en los bastones de mando del Juez de Paz y del Alcalde-Presidente del Ayuntamiento, el coro entona “La Cena” y “El Prendimiento”, señal inequívoca para los banceros que se acercan para portar a hombros su paso. En torno a las seis de la tarde da comienzo la procesión de los romances, puntual a su cita cada año desde el siglo XIX.

Los romanceros  que salen de la iglesia unos minutos antes de que finalicen los oficios se agrupan para constituir las dos cuadrillas que se retarán durante todo el desfile procesional. Para aplacar sus nervios aprietan sus fajas, se colocan las medallas y entonan en voz baja los primeros versos de los romances para “calentar” la voz.

El capataz de cada imagen observa la distancia que deben guardar entre sí las imágenes para permitir el correcto desarrollo de la procesión. Abrirá el desfile la cruz procesional portada por los monaguillos; a continuación, el estandarte de la Hermandad de los Romanceros que precede a la imagen del “Amarrado a la Columna”; le sigue “El Nazareno de la Caída” y, tras él, la imagen del Cristo de la Veracruz, talla barroca del siglo XVII recientemente incorporada a la procesión.

Los romanceros ocupan el espacio central que separa los pasos del Cristo de la Veracruz y La Dolorosa para entonar, durante toda la procesión, los más de mil doscientos  versos escritos por Lope de Vega dedicados a la Pasión.

En la noche del Viernes Santo, el silencio, la austeridad, el humilde procesionar al lado de la Santísima Virgen de los Dolores y el Santo Sepulcro por las angostas calles de Navaluenga, tenuemente iluminadas por cientos de velas, produce en el espectador un sobrecogimiento que invita a la meditación por la espiritualidad y el recogimiento que se respira en la Procesión del Silencio. Los redobles de tambor y las marchas de la Banda Municipal indican el paso de los braceros que portan  a hombros a la Dolorosa.

El último desfile parte el Domingo de Resurrección de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Villares, para encontrarse Madre e Hijo frente a la puerta del poniente. De ahí le viene su nombre  “Del Encuentro”. Una vez finalizado el mismo, La Dolorosa es despojada del luto, luciendo un precioso manto blanco. Como novedad desde el año 2004, la Banda Municipal de Navaluenga ha enriquecido esta procesión con su presencia, sones y marcha.

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