Primeros asentamientos
Formaría parte de este núcleo sin idea urbanística clara una ermita o humilladero dedicada a San Marcos, una fragua y un pequeño molino para triturar el grano. Este poblado se transformará en una pequeña comunidad mozárabe que perdurará hasta el siglo XI en el que se conquista y repuebla la zona por el conde D. Raimundo de Borgoña, yerno de Alfonso VI. Posteriormente sus pobladores debieron ser pastores y ganaderos que regresaban de Extremadura de invernar con sus ganados. Descendientes quizás de esos primeros ganaderos seminómadas, vetones que habitaron el valle donde se asienta Navaluenga. Ellos serían los primeros en establecerse en chozas y casas construidas con palos y ramas al principio y con piedras y barro después. Prueba de ello es la necrópolis alto medieval de Fuente Ávila de los siglos VIII al XI.
Fuentes escritas, como la “Crónica de la población de Ávila”, hacen referencia a la toma del Valle del Alberche por el caudillo árabe Alhamar, siendo reconquistado por las tropas de Sancho de Estrada el 22 de julio del año 1090. Durante los siglos XII y XIII fueron constantes las razzias musulmanas, encomendándose su defensa a la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén
La primera cita de Navaluenga es un documento fechado en Toledo el 7 de febrero de 1172 como NAVAM-LONGAM y el 6 de febrero de 1250 en la consignación de rentas ordenada por el Cardenal Gil Torres a la Iglesia y Obispado de Ávila. Siendo quizás su cita más conocida la del Libro de la Montería de Alfonso XI en 1344, donde se narra que estando de caza en los frondosos bosques de Navaluenga prolongó su estancia cinco días hasta dar caza a un oso, dadas las dificultades del terreno, “ … Las Cabreras de Nava luenga es buen monte de osos, en invierno y en verano… y esa noche durmieron todos los monteros en Nava luenga…” (Libro III, capítulo IX).